ENSEÑAR A ENSEÑAR, APRENDER A APRENDER.

estudios        Los ríos, los reyes Godos, las etapas de la prehistoria, las amortizaciones de Mendizábal y compañía, la vida de Jorge Manrique, de Lorca, de Alberti, de Machado… A todos nos suenan, nos suenan porque hubo un tiempo, hace unos años, en que memorizamos páginas y páginas de todas estas cosas. Pero si ahora os pregunto en qué año nació Manrique o cuando se llevaron a cabo las amortizaciones… ¿Quién puede responderme sin consultar a Google? Posiblemente nadie. Esto nos lleva a una conclusión muy sencilla, hemos tirado horas y horas memorizando tacos y tacos de folios, la absurdez del ser humano no tiene límites .

Les diré algo, mi abuelo no sabrá el caudal del río que pasa por nuestro pueblo y si este está situado en una zona de clima continental u oceánico. Pero con asomarse a la ventana sabe si es buen momento para plantar las lechugas o los tomates y si va a hacer falta paraguas.

Mi abuela no sabe a qué corriente literaria perteneció Miguel Hernández, pero, pídela que te recite un poema y ya tienes la tarde hecha.

Lo que quiero decir es que saberse el libro de Historia de España no significa que comprendamos su historia, que memorizar no significa entender.

Vivimos en la era de la tecnología, y  todos nosotros tenemos una cosa rectangular  en el bolsillo con la que en dos minutos podemos conseguir la biografía completa de cualquier personaje, que la información es accesible para todos.

Por eso el sistema educativo necesita un cambio de 180 grados, tenemos que enseñar a pensar, a que cada uno pueda formarse una opinión propia. El profesor tiene el deber de contarle al alumno lo que supuso la Revolución Francesa y el alumno tiene el deber de PENSAR y de juzgar, en base a su propio pensamiento si fue beneficiosa o no.

Desgraciadamente a nuestro sistema económico le viene mejor  una población activa con ideas regladas, les basta con un espejismo de diversidad para dar buena impresión. Pero lo único que necesitan es gente que se ponga el uniforme todas las mañanas y llegue puntual a la mesa del ordenador para que  los informes estén bien redactados a la hora de cerrar y así  sus empleados lleguen a tiempo a casa para que la caja les diga que son unos afortunados.

Alberto Martín

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