Cristina Ballesteros
«Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.»
Lope de Vega.
A veces parece que no, pero el cielo se está cayendo.
Y el asco y el miedo no pueden ya contarse,
porque abundan demasiado.
Y tú y yo no nos encontramos más en los bares.
Por algo Lope escribió el mejor soneto de la literatura, tenía algo de razón al decir que el cielo en un infierno cabe.
Vuelvo a andar por los caminos que un día incendiamos,
recojo la madera ceniza,
apago las brasas.
Y nuestras miradas líquidas no regresan nunca al pasado.
A veces parece que no, pero la gente cambia.
O igual es que terminan de mostrar quiénes eran realmente.
El asco y el miedo dejan de ser números.
y ya sólo sé que tienden a infinito.
Una ecuación irresoluble,
un sintagma no identificado en la gramática de los versos.
A veces parece que sí, pero la gente no cambia.
Caminan por el mundo agarrando una mano,
la suya propia con su hermana.
Y miran a los ojos de los otros
sólo para encontrar el reflejo de los suyos
y verse fuera de sí mismos.
Hacerse tangibles en un cuerpo que no es su cuerpo.
Y sus miradas se hacen líquidas.
Y yo muriéndome de sed, y de asco, y de miedo.