Hace unas semanas supimos que el Consejo de Gobierno de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH) considerará aprobar un Protocolo para regular la intervención policial en los campus de la UAH. La previsión es que protocolos similares se plantearán en el resto de Universidades, porque claro, ya conocemos la celeridad y diligencia de las Universidades de la periferia por complacer a la capital.
Hasta ahora, en España rige el principio de autonomía universitaria recogido en la Constitución Española. El Rector de la Universidad es el máximo responsable dentro de los límites de la universidad y las fuerzas de orden público no pueden entrar en la universidad, edificios y campus sin la petición expresa del rectorado. Las Universidades asumen el papel de prolongación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en los campus universitarios principalmente en los casos de las huelgas de la comunidad universitaria, al asumir voluntariamente la obligación de comunicar a la Delegación del Gobierno la fecha, hora y necesidad de que las fuerzas policiales estén presentes en aquellas convocatorias en el interior del campus universitario que no haya sido comunicada o no cumpla las condiciones y requisitos de la Ley orgánica reguladora del derecho de reunión (LORDR).
Este nuevo protocolo va a pasarse los principios democráticos por el arco del triunfo, atacando frontalmente la libertad de expresión, reunión y asociación en relación a la realidad de nuestras universidades y de la situación social, política y económica de nuestra sociedad.
Somos los primeros en reclamar la expresión pacífica de estos derechos y el respeto a los que piensan de diferente forma, pero dar libertad plena a la actuación policial en los campus universitarios y presumir que cualquier manifestación y concentración de trabajadores o estudiantes debe ser tratada como una amenaza a la seguridad es totalmente inaceptable. Los Rectores no pueden asumir esta renuncia a la autonomía universitaria y a la pluralidad de formas que adopta la libertad de expresión en sus comunidades universitarias bajo el paraguas formal de un “protocolo de seguridad”.
Parece ser que nos obligan desde las altas esferas a volver a las andadas de nuestros padres, allá por el París de mayo del 68. Y de nuevo, queda patente que volvemos a caer en el mismo hoyo. No aprendemos de nuestro pasado…veremos las consecuencias en nuestro futuro.
Miguel Antonio Mallén San Miguel.