El Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, aseguraba hace un par de semanas en una entrevista para el programa Salvados, que había cumplido el mandato del Congreso de garantizar el derecho de asilo, así como que la ridícula cifra de 18 refugiados llegados a España respondía a un contexto similar en todos los países europeos.
Tristemente, le comunico que anda muy lejos de la realidad, las autoridades alemanas declararon el pasado año que la cifra de refugiados recibidos había sido de 1,1 millones (sobre una población de 81). Cuando Merkel hace las cosas bien también hay que decirlo, y este nivel de acogida, teniendo en cuenta la presión ascendente del ultraderechista Alternativa para Alemania, es digno de reconocimiento.
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, ha sido otro de los que se han desmarcado de la línea sostenida por la mayoría, prometió en campaña acoger a 25.000 refugiados y lo cumplió, ahora además ha anunciado la cogida de una cifra superior. Muchos dirán que la lejanía de Canadá le permite tomar estas medidas de manera sencilla, pero basta recordar que la acogida en países también ricos y alejados como EEUU o Japón ha sido nula, al final todo se trata de voluntad política.
Mientras tanto, Amnistía Internacional alerta de que, de los 19 millones de habitantes de Siria, la mitad se encuentran actualmente desplazados, 2 millones en Turquía (donde la violación de derechos humanos es norma), y prácticamente otros 2 millones entre Líbano y Jordania, dos países que, teniendo en cuenta su población (4 y 6 millones respectivamente), se ven obligados a esfuerzos sobrehumanos para atender la acuciante crisis humanitaria.
Rajoy sí acertó al decir, también en el programa de Évole, que la solución definitiva pasa por la paz en Siria (el acuerdo UE-Turquía no es más que otro parche), el cómo y con quién sigue siendo la cuestión pendiente.
Eduardo Tena Sanz
