Irina Harán
Imposible atravesar la vida…
sin que un trabajo salga mal hecho,
sin que una amistad cause decepción,
sin padecer algún quebranto de salud,
sin que nadie de la familia fallezca,
sin que un amor nos abandone…
sin equivocarte en tu día a día.
Ese es el costo de vivir.
Sin embargo,
lo importante no es lo que sucede, sino como reaccionamos…
Si te pones a coleccionar heridas eternamente sangrantes,
vivirás como un pájaro herido incapaz de volar de nuevo.
Uno crece cuando no hay vacío de esperanza,
ni debilitamiento de voluntad,
ni pérdida de fe en ti mismo.
Uno crece
al aceptar la realidad,
y al tener el aplomo de vivirla.
Uno crece cuando acepta su destino,
y tiene voluntad de trabajar para cambiarlo si así lo desea.
Uno crece asimilando y aprendiendo de lo que deja detrás…
construyendo y proyectando lo que tiene por delante.
Uno crece cuando se supera y se valora.
Cuando abre camino dejando huellas,
Acumulando experiencias…
Uno crece cuando se impone metas,
sin importarle comentarios negativos, ni prejuicios,
cuando da ejemplos sin importarle burlas, ni desdenes…
cuando se es fuerte por carácter, sostenido por formación,
sensible por temperamento… ¡Y humano por nacimiento!..
Cuando enfrenta el invierno aunque pierda las hojas,
recoge flores aunque tengan espinas,
y marca camino aunque se
levante el polvo.
Uno crece ayudando a sus
semejantes, conociéndose a sí mismo,
y dándole a la vida más de lo que recibe….
Uno crece cuando se planta para no retroceder…
cuando afronta la vida cual águila que vuela en el cielo…
Cuando se clava cual ancla en el mar
y se ilumina como una estrella.
Y es entonces, cuando uno crece.