Francisco Sarabia y Cristina Ballesteros
Evaristo Perez Torices es un profesional del mundo del deporte, o así le gusta definirse. Posee una larga y fructífera carrera como entrenador de baloncesto, logrando ser primer entrenador de la Selección Española Absoluta, con el que consiguió una medalla de plata en el eropeo de Italia 2007 y una de bronce en el Europeo de Letonia 2009, mas un quinto puesto en Pekín 2008, el mejor hasta entonces en la historia de la selección en los J.J.O.O (Este año en Río hemos sido Plata). Además de un profesional del deporte, Evaristo es un educador, licenciado en INEF, enseña educación física desde hace unos cuantos años en diferentes centros en la ciudad de Burgos. También ha sido entrenador de cantera dentro y fuera de la federación, pero sus logros mas importantes son ser campeón de Europa con la selección sub-16 femenina en 2011 y 2012. Como véis un gran curriculum añadido a una personalidad afable pero con carácter y que no dudó ni un segundo en atendernos amablemente antes de un entrenamiento de su actual club, el Basket Burgos 2002 Grupo de Santiago Automoción, que esta temporada comparte liga EBA con el equipo universitario. Sin mas dilación, disfruten de la entrevista:
¿En qué momento decidiste dedicar tu vida al deporte?
El momento concreto no lo sé, pero sí que sé que fui influenciado por uno de mis hermanos. Todos habían practicado deporte, pero uno especialmente, que es el que me introdujo de una forma multifacética, me hacía correr, me llevaba a carreras… Jugué a balonmano y esporádicamente también ciclismo. Poco a poco, siempre a través de él, me relacioné con el mundo del deporte en general. A partir de ahí fue mi profesor enel colegio, que era entrenador de atletismo, me introdujo en este deporte que es en el que llegué más lejos como practicante. Así transcurrió un poco mi juventud que me orientó profesionalmente y me hizo comenzar la carrera de INEF. En los momentos en los que la estudié era muy difícil entrar, sólo existía en Madrid y los que iban ahí es porque estaban muy piraos, porque entonces el que iba en chándal por la calle era el raro. Yo me decidí, y fui, entre otras cosas, con la incertidumbre de mi familia y un futuri difuso, pero yo estaba empeñado, me gustaba todo lo que rodeaba al mundo del deporte. Durante mis estudios comencé a tener una perspectiva muy distinta de lo que significaba el deporte y de lo que podía significar para mí a nivel profesional.
Nos has hablado del atletismo y del ciclismo. ¿Has desarrollado alguna faceta más dentro del deporte? Y de las que ya nos has mencionado, ¿hasta dónde llegaste?
Como te digo, toqué muchos palos y realmente tampoco era muy sobresaliente en ninguno de ellos. Lo que más hice de forma destacable fue en el atletismo. Empecé en el cross, en el campo a través, como muchos chavales de aquella época, porque las condiciones eran muy distintas y las facilidades para hacer otro tipo de atletismo, muy diferentes. Aún así yo creo que al final me convertí en un mediofondista de 1500 y llegué a estar en un nivel nacional aceptable para aquella época. Bajando de los 4 minutos ya podías considerar que estabas en un nivel aceptable, pero lo dejé muy pronto porque mi carrera profesional tanto a nivel deportiva como docente comenzaron muy pronto. Cuando terminé la carrera en Madrid, volví a Burgos y empecé a trabajar como profesor y el día no tenía suficientes horas como para dedicarme a practicar un deporte de forma profesional. Más tarde, también me di cuenta muy pronto, creo que acertadamente, de que más que ser bueno practicándolo, era mejor enseñándolo. Seguí disfrutando de su práctica pero a un nivel mucho más amateur y me dediqué más a la formación.
¿Cómo crees que es relación actual del primer mundo, «cómodo» y tecnológico, con el deporte, y qué aspectos se deberían mejorar dentro de la sociedad a través de él?
Si lo miramos con perspectiva se ha avanzado mucho. Como te he decía antes, hace años, y no muchos, el ir con un chándal por la calle significa ser mirado como un bicho raro y hoy día está comúnmente aceptado en la sociedad, el look deportivo y la práctica deportiva. Sin embargo, queda todavía un largo camino por recorrer, pues creo que hay un cierto snobismo dentro del deporte, postureo, que hace que no se lleguen a considerar del todo los beneficios que conlleva la práctica deportiva, la actividad física como tal y el deporte como consecuencia de esa actividad física. Una prueba de ello es el hecho de que no haya, por ejemplo, un ministerio dedicado exclusivamente a esto, cuando es un fenómeno social muy influyente en la sociedad. A mí me llama mucho la atención que se llame Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, tres cosas que para mí tienen una importancia trascendental en la sociedad, y que estén englobadas en un mismo ministerio. Yo creo que tienen una importancia tal cada una de las tres, como para tener un ministerio que las considerase con la relevancia que realmente merecen.
¿Cómo fue tu relación con el baloncesto de joven, deporte en el que has destacado como entrenador?
Sí, he jugado, y mal. Casi casi no quiero mencionar los equipos para que no se sientan ofendidos de que yo jugué con ellos (ríe). No es nada destacable mi carrera como jugador, se limitó a equipos provinciales, de la liga senior provincial aquí en Burgos. Como te digo, lo que mejor hice fue el atletismo. Los años que me dediqué de pleno a él sí que tuve un rendimiento sobresaliente, pero luego cuando ya me centré en el baloncesto, tanto entrenando como estando en los banquillos, sí que jugué algunos años en liga senior. Y como te digo lo hacía mucho mejor desde el banquillo que desde dentro de la pista.
¿En qué momento decidiste ser entrenador de baloncesto?
Yo creo que no elegí el baloncesto, en este caso el baloncesto me eligió a mí. Y son circunstancias del destino porque yo soy entrenador nacional, tanto de atletismo como de baloncesto y durante muchos años simultaneé ambas actividades. Mi tradición y mi trayectoria deportiva me llevaban un poco más hacia el atletismo, pero en aquellos momentos la sociedad también generó un boom por el baloncesto, tenía más repercusión, recibió mucho más apoyo a nivel mediático y como consecuencia, a nivel profesional era mucho más rentable dedicarte al baloncesto que al atletismo, que, aunque para mí es el rey de los deportes, es mucho más sacrificado que el otro. Con lo cual fueron un poco las circunstancias las que me llevaron a ello. Luego parece que las cosas vienen un poco rodadas. Con los años va pareciendo que no se te da mal, vas haciendo los cursos y al final eres entrenador, te van llamando, etc. Puedes tener suerte o puede que estés en el sitio oportuno en el momento adecuado cuando pasa algún tren, y tú respondes a la confianza que te dan determinadas personas para seguir creciendo dentro de este mundo del baloncesto.
¿Cuáles son los pilares que definen tu forma de entrenar a baloncesto?
(Piensa) Estas son preguntas de meditar mucho y que siempre prefieres que respondan otros porque yo tengo una forma de trabajar, pero prefiero que sean los demás los que te definan. Quizá, además, tú te miras al espejo y la imagen que ves es distinta a la imagen que otros ven de tí. Hace poco, alguien me definió en otra entrevista como un veterano con métodos modernos. Siempre me ha gustado ser una persona que evoluciona con el deporte, en constante cambio. No me gustaría que se me adjudicara ningún cliché ni ninguna etiqueta. Todo lo que sea definir a alguien es ponerle una etiqueta y me gustaría que si alguien se pregunta cómo es Evaristo como entrenador, lo tuviera muy difícil para responder. ¿Cómo me gusta jugar? Para ganar. Porque todo lo demás son tópicos, es decir, si alguien te dice que le gusta un juego rápido, de transición y agresivo, por ejemplo, es porque lo dice todo el mundo. Son tópicos del baloncesto. Yo utilizo las herramientas que tengo en el equipo, los jugadores. Utilizo su talento al servicio del equipo para intentar ganar. Luego sí es verdad que hay prioridades en función del sitio, del club y del equipo al que diriges. Los objetivos son distintos. No es lo mismo entrenar a un equipo en categoría cadete, a un equipo Liga EBA o a una selección nacional. El club en el que estoy ahora se está esforzando por dar una salida profesional a los jóvenes con talento de la ciudad, mientras otros clubes piensan en la victoria por encima de todo. Las responsabilidades son muy distintas. En definitiva, lo que intento siempre es ganar, porque eso nos gusta a todos, y ganando crecen mucho más todos los jugadores, independientemente de que sean infantiles, juveniles o profesionales. Yo siempre intento adaptarme, cambiar e ir evolucionando con los tiempos, no estancarme en un sitio ni en una forma de juego.
¿Piensas que el cambio de directiva de la FEB va a ser positivo para el baloncesto nacional?
Lo de los cambios positivos o negativos hay que sopesarlos y valorarlos cuando transcurra un tiempo y se puedan ver en perspectiva. Yo tenía mucha confianza con José Luis Sáez, me merece todos mis respetos y no entro ni salgo en toda la polémica que le ha rodeado al final de su mandato. Yo sigo considerándolo un amigo y su trato ha sido muy cordial desde el momento en el que llegué a la FEB. De hecho él me llevó a la FEB en el 2007 y han sido casi diez años desde entonces, así que tengo un trato muy cordial con él. Ahora mismo, a rey muerto, rey puesto, y es Jorge Garbajosa el actual presidente. Creo que conoce la casa desde dentro, y aunque puede estar todavía un poco verde o ser novato en estas lides para ese puesto, no le va a pasar factura. Se va a poder adaptar a las exigencias del cargo y creo que lo va hacer muy bien. Tengo confianza en él y en el tándem que forma con José Montero.
¿Que balance haces de tus años como seleccionador nacional y entrenador profesional?
Ahora mismo sigo perteneciendo al gabinete técnico de la Federación Española. Cuando entré en el 2007, lo hice directamente como seleccionador nacional absoluto en categoría femenina. Aquello fue un boom porque era algo totalmente inesperado, pocas personas lo sabíamos cuando fui designado. Incluso para mí fue una sorpresa cuando me llamaron para ir a Madrid. Al principio siempre pensé que me querían para colaborar con alguna de las selecciones de categorías de formación, no para la absoluta. Pero bueno, en el momento en el que comencé a hablar tanto con el director técnico, Ángel Palmi, como con el director, José Luis Sáez, llegamos a un acuerdo para que dirigiera la selección absoluta. Fueron tres años absolutamente inolvidables en todos los sentidos. Lo que crecí en esos tres años a nivel profesional como entrenador, es indescriptible. Aprendí más en ese tiempo que en lod diez o veinte años anteriores o posteriores. A nivel vital y deportivo fueron años tremendos, los dos campeonatos de Europa y los Juegos Olímpicos en los que participamos tuvieron resultados altamente satisfactorios. Conocí a gente que va a estar conmigo toda la vida, al final de toda experiencia lo que te quedan son amigos. Luego, las circunstancias también dictaron que hubiera un cambio de ciclo y entró otro seleccionador. No obstante, también viví una circunstancia no muy habitual, pues no es común que un seleccionador absoluto se quede dentro de la empresa para dirigir selecciones de formación. Sin embargo, en el momento en que me hicieron la oferta de la casa dirigiendo otras selecciones, y dado que yo había trabajado muy a gusto en los tres años como seleccionador, no lo dudé. Me encontraba arropado, veía la confianza que tenían en mí y querían seguir contando conmigo. La cuestión no era el haber obtenido mayor o menor rendimiento con la absoluta. Se especuló mucho cuando la dejé, pero fueron otras causas que no tenían nada que ver con el rendimiento puesto que, además, las pruebas están ahí: fueron dos campeonatos de Europa, dos medallas, y unos Juegos Olímpicos, en Pekín, con, hasta el momento, la mejor clasificación histórica, con un diploma olímpico. Ellos me dijeron que yo no seguiría en la absoluta, pero que querían seguir contando conmigo, que yo tenía que continuar en la FEB. Yo acepté y fueron otros 5 o 6 años en las categorías de formación, en otras selecciones me encomendaban distintos trabajos. Muy contento todas las temporadas, además de que los resultados siempre me sonreían, siempre hubo mucha química, una buena empatía con las personas de gabinete técnico con las que traté desde el primer día, sobre todo con las que están de forma permanente allí en la FEB. Cuando dejo las selecciones es lo mismo, se cumplen ciclos y nadie puede pretender permanecer en un puesto de forma perpetua y continua. De hecho, cuando yo lo dejo era el decano de los entrenadores, era el que llevaba más años ininterrumpidos dirigiendo equipos en selecciones. Nadie había estado tanto tiempo de forma continua. En muchas ocasiones me agradaba porque me sustituían mis ayudantes. Hubo un año en el que yo ya no estaba en selecciones, pero todos los seleccionadores habían sido ayudantes míos. Estaban Andreu Bou, Isaac Fernández, Víctor Lapeña,… Y luego ya los últimos años, en escuelas nacionales de entrenadores, aprovechando también mi experiencia como docente en institutos y viendo que la faceta de profesor también la tenía muy cerca, dejo la relación directa con equipos y me centro en la labor de enseñanza dentro de la Escuela nacional de entrenadores, donde llevo dos años muy satisfactorios, porque hay un grupo de trabajo fenomenal.
¿Veías en aquellos años el nivel que iba a conseguir el baloncesto femenino a nivel nacional?
Cuando dejo la selección, sí, pero para mí fue una sorpresa cuando yo “cambio de sexo” o “salgo del armario”, por así decirlo. Yo siempre había estado en masculino, llegué a entrenar al Tizona de aquellos años y el Autocid antiguo, no el que la gente ha conocido recientemente, desde la segunda división nacional hasta la LEB Plata, donde yo les dejo. Siempre había estado en masculino, me tomo un año sabático y es cuando el Ciudad de Burgos me hace una oferta para colaborar con el equipo de liga femenina. No tenía ningún conocimiento del baloncesto femenino hasta ese momento. Eso fue en 2006. Estuve un año de ayudante con Roberto Ortego, el primer entrenador, en liga femenina y al año siguiente es cuando Javier Ruiz me da la confianza para coger el equipo. Es mi segundo año en liga femenina, pero aquel año se juntaron una serie de circunstancias que nos hacen realizar una temporada fantástica, yo creo que la mejor que ha habido aquí en el baloncesto femenino. Un equipo y un año que, para todo el que esté relacionado con el baloncesto femenino directa o indirectemente, inolvidables. Esto es lo que me abre las puertas de la federación y de la selección. Y ya en la selección sí que preveo lo que va a pasar. Igual parece un poco pretencioso decirlo cuando ya ha pasado, pero a las pruebas me remito. En 2008, había unas niñas, se podían denominar así, que eran Alba Torrens, Laura Nicholls, Anna Cruz, que debutan conmigo en la selección nacional. Yo me llevo a esas niñas, junto con Tamara Abalde, a unos Juegos Olímpicos. Niñas de dieciocho años. Ahí el ojo clínico de entrenador te dice que hay un potencial y un talento increíble. Yo veía que estas niñas iban a ser muy importantes en el baloncesto nacional. Lo preveía porque cuando han adquirido todo su potencial y su madurez deportiva, han explotado al nivel que todas las conocemos.
Has vuelto a aliarte baloncesto burgalés en distintos proyectos hasta terminar en el Grupo de Santiago Automoción. ¿Qué te ha llevado a centrarte en la Ciudad de Burgos? ¿Y qué piensas del actual baloncesto en Burgos?
Yo cuando ficho con la Federación en ningún momento me dicen que es incompatible estar en con ellos y dirigir clubes. De hecho, ya vemos que el seleccionador nacional ahora y el que estuvo después que yo, etc, todos dirigen clubes. Mi situación era un tanto especial. Esto me ha traído muchas recompensas, pero también otras veces he tenido que renunciar a cosas por esta circunstancia. El hecho de que yo sea profesor de instituto en un centro de enseñanza pública hace que esté, en cierto modo, encadenado a ese puesto de trabajo. Hubiera podido dejarlo, pero también es cierto que el mundo deportivo es muy cambiante, muy irregular y tienes que estar, como se suele decir, con las maletas hechas en todo momento. En ese momento para mí era mucho más cómodo, también familiarmente hablando, para conciliar mi vida tanto deportiva como familiar, quedarme en Burgos trabajando y no tener otro equipo que no fuera el de la Federación Española. Por eso tuve que rechazar ciertas ofertas que me hicieron, dejando pasar alguno trenes que quién sabe qué hubiera pasado. Pero no me arrepiento en absoluto, de esa forma me quedé en mi ciudad, yo tenía mi puesto de docencia asegurado y podía continuar con la FEB, que siempre me mostró todo su apoyo para seguir con ellos. Entonces yo podía entrenar pero en Burgos. No podía desplazarme fuera. Aquí yo nunca desprecié nada, siempre estuve dispuesto a hablar con el que me llamase. Sí que es verdad que podía imponer un cierto respeto hablar conmigo, pero yo nunca me negué a hablar con nadie, de la categoría, ni del club masculino o femenino que fuera. De hecho, transcurrieron varios años en los que yo no hice nada en Burgos y sin embargo, colaboré con muchas cosas de fuera, tanto nacional como internacional y en ocasiones muy puntuales. Yo siempre lo he dicho, que parece mentira que estaba en Burgos, y me parece normal y lo digo sin ningún tipo de acritud, pero para la gente de aquí, no merecía tanto respeto. Luego, pasados unos años, los primeros que se interesaron por mí fueron los del Baloncesto Tierra Burgos, femenino, para que les ayudase con el equipo de Primera Femenina, que tenían muchos problemas, estaban intentando crecer, y las dirigí un año. No se me cae ningún anillo por dirigir determinadas categorías. Igual ellos abrieron una poco la lata de pensar que otros clubes podían dirigirse a mí para intentar que colaborase con ellos. El año siguiente se acercó el Grupo Santiago de Automoción, en liga EBA. Su presidente fue el que me comentó la posibilidad de que pudiera dirigir el equipo de esa categoría y me planteó un proyecto que me gustó. Lo que me ofrecía era factible, yo podía seguir conciliando mis trabajos dentro de la Federación y seguir con mis clases del instituto.
El Basket Burgos 2002 se define a sí mismo como un club de formación. ¿Qué opinas de este proyecto en la ciudad de Burgos? ¿Crees que a la larga va a resultar positivo y fructífero para la ciudad?
Yo creo que sí, si no, no estaría dentro del proyecto. Lo que sí es verdad es que son proyectos a largo plazo. Nunca hay que pensar que va a haber una recompensa inmediata ni a corto plazo y pesar que el Basket Burgos 2002 lleva ese nombre porque es el año en el que se creó. Los primeros años son difíciles y hay que pensar que aunque lleve catorce años, es todavía un club muy joven y que todo se está haciendo a base de sacrificio, no a base de talonario. Eso tiene un mérito tremendo y estar en esa categoría con la gran competitividad y lo que está creciendo últimamente la Liga EBA, el seguir mantiendo el equipo en esta liga tiene un mérito tremendo para la directiva. Y ellos, además, están intentando adaptarse a los cambios pero sin perder la esencia ni la filosofía que les mueve a continuar con sus objetivos, que es lo que acabas de mencionar, es decir, el trabajo de cantera y de los jóvenes. Sí que es verdad otra cosa, que cuesta mucho sacar jóvenes para un primer equipo, dado también a la calidad que hay ahora en la Liga, que ha aumentado muchísimo. Aquí hay dos cosas: ¿regalas las cosas a los chavales o haces que se las ganen? Yo soy de los que digo que se las tienen que ganar, que no hay que regalarles nada. Después del trabajo vendrá la recompensa, pero tienen que trabajar y ganarse el derecho de que nadie les regale nada, sino que tienen que conseguirlo con su esfuerzo y sacrificio. También es verdad que en Burgos no tenemos unas buenas condiciones para que esto florezca como se merece el club, porque llegas a determinadas edades en las que los chicos todavía están creciendo y desarrollándose en su talento baloncestístico y en cuanto acaban su enseñanza obligatoria o el Bachillerato, muchos toman las maletas, se van a estudiar a otro sitio o entran en el mercado laboral. Sus vidas no giran ya en torno al baloncesto, por lo que es difícil retenerles. Si aquí tuviéramos algo más en cuanto a los estudios universitarios en relación con el deporte, como INEF, el Grado de Magisterio en Educación Física o la Fisioterapia, se atraerían más deportistas a nuestra ciudad. Los jugadores se nos van, pero aún así creo que el club, en definitiva, está trabajando bien, tiene una línea marcada y se desvía muy poco de ella. Intenta mantener su filosofía y su esencia por encima de los distintos vaivenes y varapalos que vaya sufriendo. Yo esto contento porque si no, no estaría en el proyecto.
¿Crees que Burgos podría llegar al nivel baloncestístico a nivel de cantera como León o Valladolid?
Me remito un poco a lo que te decía, los años de vida de este club hace que esté casi recién creado. Catorce años parecen muchos, pero es que la tradición deportiva de estos clubes es muchísimo mayor. Llevan décadas y décadas trabajando mucho y hay que darse tiempo. No sé si llegaremos a su nivel, pero ese desconocimiento lo que no hace es que yo me limite para seguir trabajando día tras día en pos de hacer un mejor trabajo cada día. Tampoco sé hasta dónde voy a crecer yo, pero no quiero ponerme límites, ni compararme con esas ciudades, que llevan muchos años trabajando y con mucha tradición. Creo que el club debe tener su propia forma de trabajo y filosofía y crecer hasta donde pueda, sin límites.
Estás en una categoría amateur. ¿Volverías a entrenar a algún equipo profesional o incluso a alguna selección más adelante?
Sí, yo no desprecio absolutamente nada. Lo sopeso todo, todas las posibilidades que se me puedan presentar las voy a pensar. En su momento tuve que rechazar ofertas, porque quizá no me daban seguridad o lo que yo esperaba. Sin embargo, nunca puedo decir que no a priori porque lo que no quiero es ser hipócrita, de los que digan que siempre estuvieron esperando su momento. Yo lo digo abiertamente, soy del equipo que “más me “paga”, entrecomillado porque soy capaz de trabajar gratis en un sitio porque me apetece. No desprecio a nada ni a nadie, estoy dispuesto a escuchar a todo el mundo. No diré que siempre he sido del Madrid si me fichan el Madrid, ni del Barça si me ficha el Barça. Lo que no puedo es despreciar el poder llegar a entrenar a alguna otra selección nacional, ya no española, sino de otros países, o de otro equipo profesional, también dentro y fuera de España. Es más, ya no me queda mucho tiempo para jubilarme y lo que estoy sopesando es esperar los pocos años que me quedan para salir fuera de España a entrenar unos años, como están haciendo muchos compañeros, porque el mercado nacional es limitado.