Yemen es un país que se encuentra en la esquina suroeste de la península arábiga y cuyas costas son bañadas por el Mar Rojo en el oeste, y el golfo de Adén y el Océano Índico en el sur.
Es la nación más pobre de la mencionada península y lleva inmerso en conflictos desde la descolonización británica entre 1962 y 1967.
Hasta principios de los años 90 existía un Yemen del norte poblado principalmente por chiíes de las ramas Zaidita e Ismaelita con capital en Sanna, y un Yemen del sur principalmente suní y que contaba con la importante ciudad portuaria de Adén, la que en su momento fue la capital británica del territorio por poseer una bahía estratégicamente situada para el comercio, el resguardo de los buques y la protección a la entrada del vital Mar Rojo y por ende al Canal de Suez que permitía el transporte de mercancías desde Asia hasta Europa de forma mucho más rápida .
Desde la unificación y tras una cruenta guerra civil en 1994 el país ha estado gobernado por Ali Abdullah Saleh, bajo una falsa apariencia de democracia. Sin embargo a lo largo de 2010 y 2011 y en gran medida a raíz de las protestas surgidas de la primavera árabe contra Saleh este terminó por ceder el poder a Abd Rabbuh Mansur al-Hadi apoyado por Arabia Saudita y sin mediar elecciones.
A pesar de varios toma y daca políticos entre Saleh y Hadi durante 2012 aunque de forma precaria la balanza del poder pareció inclinarse del lado de este último, o eso parecía…
En 2014 los hutíes, un grupo de rebeldes que llevaba operando en Yemen desde 2004 dan un golpe de estado y abren las hostilidades contra el gobierno de Hadi reclamando el regreso de Saleh a quien anteriormente habían ayudado a derrocar.
Los hutíes pro-Saleh contaron con el apoyo de la comunidad chií, parte del ejército yemení, la guardia republicana yemení, elementos de la Fuerza Quds y de Hezbolá, así como del envío de armamento por parte de Irán. Gracias a esto y al efecto sorpresa en una cruenta batalla que apenas duró una semana se hicieron con la capital del país, Sanna y prosiguieron los avances en dirección sur, hasta que en marzo de 2015 alcanzaron el principal bastión pro-Hadi, la ciudad portuaria de Adén.
Entonces de forma improvisada Arabia Saudita organizó una gran coalición de naciones para enfrentarse a los rebeldes hutíes e inmediatamente otorgó apoyo aéreo, naval y probablemente de fuerzas especiales a los acosados defensores de Adén, consiguiendo estabilizar la contienda y expulsar a los rebeldes de la ciudad portuaria a principios de mayo de 2015.
Los pro-Hadi contaban con el apoyo de parte del ejército yemení, la «Resistencia Popular» de carácter miliciano y formada directamente en los escenarios de combates, los Comités Populares de carácter tribal, el Movimiento del Sur, de carácter separatista y de forma temporal con Anshar al Sharia o lo que es casi lo mismo Al Qaeda en la península arábiga que lleva operando en Yemen desde antes de 2009 siendo una de las filiales más importantes de esta organización. Por último la coalición liderada por Arabia Saudí incluía la participación directa de Jordania, Marruecos, Egipto, Sudán, EAU, Bahrein, Turquía, Pakistán, Kuwait, Catar y Bahrein y apoyo logístico de Reino Unido y Estados Unidos.
En medio de este maremágnum se alzaba también la filial de EI en Yemen, la que tan sólo se hizo con algunas pequeñas localidades de este país y de hecho es un grupo aún débil aunque con unas tácticas sumamente violentas.
Tras una serie de ofensivas del bando de Hadi se llegó a una situación de tablas en la que curiosamente el frente coincide casi plenamente con la antigua frontera entre Yemen del norte y Yemen del sur.
Los intentos de avance pro-Hadi se han visto frenados, y en ocasiones a un coste prohibitivo por el terreno montañoso y la pobreza táctica de las fuerzas de la coalición que han llegado incluso a usar mercenarios extranjeros con escasos resultados.
En definitiva otra guerra en el mundo árabe estancada y de la que no se vislumbra un final.
Yago Rodroguez