Recuerda el día que nos ilumina,
las hojas ocres meciendo el carpe diem,
la incansable calma incorruptible
de los días grises.
Somos el viento que mueve a esas caducas,
el verbo que da sentido a las historias,
a esos capítulos,
a esos pensamientos que giran en tu cabeza,
incomprendidos.
Las despedidas son mentiras
mientras el transcurso no se interrumpa,
fundido a negro…
Son mentiras mientras no ocurran…
Son mentiras mientras la dama vestida de luto infinito
no nos haga una visita.
Hemos de ser una embestida
la fuerza de mil estampidas,
de mil motivaciones,
de eternas angustias
que afloren desde lo más profundo
y nos muevan,
derribando la realidad.
Hemos de ser una pala cavando los cimientos
que construirán un mausoleo de cemento eterno,
donde dejar durmiendo los miedos.
En la vorágine se pierden el intelecto, la razón, el amor…
Pero siempre permanecerán nuestros impulsos,
nuestros:
“Si quiero” y “No quiero”