Diego García
A finales del pasado mes de febrero, Patrimonio Nacional y el Ayuntamiento de Burgos, alcanzaron un acuerdo por el cual se iba a proceder a la tala de 78 chopos que, por su antigüedad o por sus características, podían ser un riesgo para la población que por allí transita de manera habitual, ya que algunas de sus ramas ya habían comenzado a caerse.
A cambio de esto, se habría acordado repoblar la zona con otros 100 árboles de diferentes especies, dando así cierta variedad al lugar, y proporcionando la seguridad de la zona para su continuo uso por parte de los ciudadanos y transeúntes. La tala ya está en marcha, y lo cierto es que el paraje está atrayendo sentimientos encontrados a la población.
El pasado jueves, algunas alumnas y alumnos de la Universidad de Burgos, mostraron su malestar a través de las redes, compartiendo algunas de las imágenes del estado en el que se encontraba ya el parque. Estas fotografías daban una idea del daño visual y sentimental que este acto está causando a los lugareños y otras personas que han disfrutado de este emblemático lugar.
A su vez, está acción social no quedó ahí. También decidieron dejar algunos escritos encima de los tocones de aquellos árboles ya arrancados. Este diario ha decidido recoger el siguiente:
«Si la mujer pudiera decir lo que ama, lo que piensa… Si pudiera levantar mi rabia y amor por el cielo… Derrumbaría muros, asfalto, dejando solo la verdad. No talaría los chopos que son nuestras catedrales, nuestros pulmones, nuestro refugio.
Ahora la princesa está triste… ¿Qué tendrá la princesa? Ha perdido la risa, ha perdido el color. Quiere saludar a los pájaros… En el fondo un árbol cae y rompe el silencio…»
A pesar de esta decisión del consistorio que centra su acción única y exclusivamente en los árboles, ciertas personas ya habían advertido de la pérdida del césped que años atrás cubría el paraje y que, tras la tala, se ha visibilizado aún más su ausencia.
Habrá que esperar algún tiempo para hacerse una idea de cómo podrá quedar el parque en un futuro, pero de todos es sabido que algunos de los burgaleses han sentido este acto como una gran pérdida irreparable y un gran daño para el paisaje de la ciudad.