Miguel Fernández Mochón
Irlanda del norte se convirtió, durante el último tercio del Siglo XX, en uno de los mayores hervideros de violencia que existieron en Europa. Una violencia que se enquistó y creó una amplia brecha social que mantuvo a Irlanda del Norte, durante 30 años, al borde de una guerra civil. Finalmente, en 1998, el Acuerdo de Viernes Santo pacificó el norte de Irlanda e inauguró un periodo de paz en que primó la política frente a la violencia.
Pero realmente, el proceso de pacificación no se sostuvo únicamente en la firma del Acuerdo de Viernes Santo, sino que se creó una situación social, política y diplomática que hizo posible la convivencia en el norte de Irlanda. Desde ese momento, la primavera de 1998, se generó un statu quo sobre el cual se articuló la política interna y externa en la República de Irlanda e Irlanda del Norte. Durante estos 20 años se han alternado diversos gobiernos en la República de Irlanda, y en el Norte, las fuerzas nacionalistas y unionistas participaron en el gobierno de la región, aún dependiente de Londres.
Con la llegada de 2018, el statu quo en el Norte de Irlanda se hundió, el Brexit y el temor a la creación de una frontera dura provocaron que los cimientos de la paz se tambaleasen, al igual que los problemas políticos propios de Irlanda del Norte, marcados por la disensión creada en la gestión del proyecto energético de Arlene Foster. A ello debemos sumar los cambios en la mentalidad social, que están deshaciendo la estructura mental de la población de las dos Irlandas. Pero los cambios políticos en Irlanda del Norte, a diferencia del Sur, no han sido capaces de adaptarse a los cambios mentales, lo que ha supuesto una traba al sistema nacido del Acuerdo de Viernes Santo.
Momento del ataque a la casa de Gerry Adams. Fuente: Irish Times
Ante esta ruptura del statu quo ha crecido la tensión política y social, poniendo en serio peligro el proceso de paz de la década de los noventa. Y de hecho, el primer paso para el fin de la paz en la Isla se produjo este verano, a manos, en esta ocasión, de los radicalesunionistas que atacaron a alguno de los miembros de la comunidad nacionalista.Especialmente preocupante fue el ataque sufrido por alguno de los más importantes líderes del Sinn Féin, el partido nacionalista prioritario, entre los que podemos destacar a Gerry Adams, el histórico dirigente de dicho partido, que recibió el impacto de artefactos explosivos en su casa. Esta violencia ha preocupado, en este 20 aniversario de la firma del Acuerdo de Viernes Santo, a alguno de los que se preocuparon por establecer la paz en 1998, al igual que a algunos líderes políticos que consideran un grave error devolver a Irlanda a los años anteriores a 1998.
Ante esta escalada de violencia en Irlanda del Norte y ante el futuro incierto que ofrece el Brexit cabría preguntarse si estamos ante el fin de la paz en Irlanda y el restablecimiento de la violencia. La respuesta a esta pregunta se presenta borrosa ante nuestros ojos, vacilante, a la espera del devenir de los acontecimientos y de las acciones que se tomen en este difícil tablero de juego que es la Isla de Irlanda.