Se trata de un acuerdo entre los EEUU y la UE para crear una zona de libre comercio e inversión a ambos lados del Atlántico. Es decir, lo que se busca es la eliminación de aranceles y barreras de entrada que obstaculizan el intercambio entre ambos sujetos políticos que están negociando este Tratado Comercial. Lo que se promete es el aumento de los puestos de trabajo, el crecimiento económico además del ahorro burocrático para las empresas.
Sin embargo este acuerdo nacía bajo el velo del secretismo. Incluso hoy la información que llega al ciudadano es conseguida de filtraciones. En contra de lo que establece el artículo 15.3 del TFUE “Todo ciudadano de la Unión… tendrá derecho a acceder a los documentos de las instituciones” e incide en el párrafo tercero del mismo artículo diciendo que “cada una de las instituciones, órganos u organismos garantizará la transparencia de sus trabajo”. Por ejemplo, el Eurodiputado francés Yannick Jadot denunció en su momento “aunque a veces tenemos algún documento, se nos prohíbe informar sobre el contenido a la opinión pública”. Así el Tribunal de Justicia de la Unión Europea en su Sentencia de 3 de julio determinó que toda documentación relacionada con las negociaciones del Acuerdo Transatlántico ha de ser pública. Sin embargo, el acceso a ella se sigue negando, tal y como lo denuncia la Plataforma de “Economía Ciudadana”. La misma que ha presentado una reclamación por el mismo asunto ante La Defensora del Pueblo Europeo que ha sido aceptada con el número asignado de 1777/2014/PL.
¿Por qué ese secretismo? Yo entiendo que en realidad sus verdaderos promotores son las grandes empresas transnacionales que buscan protegerse frente a las regulaciones de los Estados mermando los derechos de la ciudadanía. ¿Cómo? Eliminar o disminuir la protección normativa laboral, medioamebiental o sanitaria que impida el libre acceso al Inversor. Algo que irá acompañado de la creación de tribunales “ad hoc” establecido por el Tratado, para el caso de que un Estado decida en aras de su soberanía dictar una Ley adversa a esas prácticas. Así poniendo al más débil, el ciudadano, en una situación de una desventaja abismal e insalvable. Tal y como ha pasado con NAFTA (acuerdo de libre comercio entre EEUU, Cánada y México). Y resulta que este secretismo, también es “Democracia”, según algunos…
Konstantin Gubanov, estudiante del Máster de Acceso a la Abogacía en la UBU.