Fran NezbiaN
Su imagen perenne
vive en mi retina herida.
El anhelo es una tirita
frente al tedio del deseo.
La quiero.
Ella no sospecha.
Diluvios de espera eterna,
vigilia de noches en vela
mojan mi rostro,
juntas forman un barro de angustia
en el que viven mis labios.
Los suyos besan otra boca.
Nunca ha existido consuelo
para un poeta ebrio de celos.
Ese camino ya no es transitable,
sigue cargado de soledad mi equipaje,
cogeré un desvío a ninguna parte.
Esa vida paso de largo,
mi esperanza está
en el siguiente paso.