[dropcap]A[/dropcap]ntes de atreverme a abordar un texto de este tipo, y aún más con un título como el que lo
encabeza, me presento como un humilde observador de las circunstancias que me rodean y
neófito escritor en este medio que, con el tiempo, aspira a muchas y nuevas posibilidades.
Normalmente mi constancia a la hora de escribir resulta cuanto menos decepcionante.
Muchos «Blogs» han terminado en el olvido y víctimas de la «desactualización», porque ni diez
minutos al día les dedicaba. Con el tiempo mi motivación por escribir ha decaído. Pero es posible
que, de nuevo, me sienta inspirado para completar estas líneas que a continuación les presento y
con las que introduzco el tema sobre el que me gustaría reflexionar.
En este planeta que nuestras respectivas fuerzas divinas (sean cuales sean) nos han
dado, existen diferentes tipos de personas. Personas con inquietudes, personas con curiosidades,
personas esforzadas, personas sacrificadas, otras no tanto, personas sin ambiciones que pasan
por la vida sin más pretensiones que la supervivencia, otras que no les queda más remedio que
sobrevivir…
También existen ciertos tipos de actitudes. Algunas que nos ayudan, otras que nos
bloquean. Algunas que nos hacen gracia y otras que no son mucho más que un incordio. En una
sociedad del más por menos, las actitudes son los determinantes de algunas personas. Y muchas
veces por esas actitudes, condicionan las que son de otros.
Cada vez es más difícil abrirse un «huequecito» en esta sociedad. Desde mi humilde y
totalmente irrelevante perspectiva, mis aspiraciones no trascienden a nada más que sentir que he
formado una pequeña parte del mundito en el que me encuentro. Pero muchas veces me siento
bloqueado. Bloqueado por unas circunstancias que me enervan, y referidas a unas actitudes que
me afectan casi a diario. Y no necesariamente hablo de personas ajenas a mí, sino que muchas
veces me he sentido bloqueado por mí mismo. Y eso, amigos míos, es (con permiso de la
expresión) jodido de cojones.
Lo peor de todo es preguntarme con qué derecho me siento capacitado para opinar de lo
que no me compete. Debería importarme muy poco lo que haga el resto de la humanidad. Pero,
caballeros, no puedo evitarlo… Y lo he intentado…
Llevo al menos cuatro años intentando dedicarme al cine, y no me ha ido mal, en realidad.
He ganado unos pocos premios y me siento feliz con lo que hago… Mi pregunta es: ¿Cómo puede
haber gente que, de ideas bastante mundanas, consigue tener éxito por un trabajo de unas pocas
horas de esfuerzo? Me refiero a que gente, con mucho menso esfuerzo y creatividad, han logrado
hacerse un hueco de la manera más tonta en el mundo del cine. He visto personas que, con un
cortometraje… tan sólo uno… han alcanzado la fama y han logrado estar en las sociedades
organizadoras de festivales de cine y de entregas de premios… Después, sus máximas
aspiraciones son sacar la parte dos y tres de la primera parte. Pero ya cuentan con el apoyo de
los grandes… y los grandes se hacen cada vez más grandes… y los pequeños más pequeños…
He visto cosas mediocres superar a cosas sublimes que, por ser lo que son o por no tener
ninguna firma de interés, se han quedado en un canal abandonado de «Youtube»… No digo que
ninguno de estos ilustrísimos directores disfrute el cine menos que yo, pero, después de muchos
años, siento que mi trabajo no es reconocido, e incluso a veces menospreciado. Y es el claro
ejemplo de personas que, con un mínimo esfuerzo, se creen la «crème» de nuestros días.
Después, me encuentro muchas veces con personas, entre las que me incluyo, que
comienzan diciendo «Yo voy a hacer esto… Yo voy a hacer aquello… Porque yo soy… Yo soy… Yo
soy…». Lo que es usted es un «ilustrísimo mindundi», con un ego más grande que Júpiter y con una
relevancia menor que el recuerdo de pisar un caracol…
David Castillo Pérez | Little Amblin
Twitter: @DavidSpielberg
Ig: LittleAmblin
Flickr: David Castillo
YT: www.youtube.com/user/LittleAmblin
1 comentario en “Ilustrísimos «Mindundis»”
Muy bueno y muy bonito. Me ha encantado el artículo.