La estrategia del Plan Bolonia

Víctor Villar Epifanio

Mucho se ha luchado contra las directrices políticas del Plan Bolonia, una lucha que yo apoyo al cien por cien y felicito desde aquí al Sindicato de Estudiantes y las organizaciones que apoyan sus movilizaciones allá donde no tiene presencia por sus logros, como la supresión de la revalida, por ejemplo. Pero es otro el tema de éste articulo: Los cambios del día a día en las clases con este Plan Bolonia.

En primer lugar tenemos, venido del mundo anglosajón, el “primero la práctica y después la teoría”. Esto hace que el alumnado, sencillamente, no sepa como enfrentarse a esas lecturas y ejercicios ya que nadie les ha explicado previamente que hacer con esas tareas. Esto es utilizado por algunos profesores para avergonzar al alumnado en vez de cumplir su misión de acompañamiento en el aprendizaje del educando. Esto hace que el alumnado de desanime, evidentemente, a nadie le gusta ser insultado.

En segundo lugar, viene la saturación de ejercicios prácticos en detrimento de la explicación teórica. Sinceramente, como alumno en edad madura y varias carreras en su haber, a veces salgo de la clase con la extraña sensación de no haber aprendido nada concreto. Y con demasiado trabajo no remunerado, nótese la tendencia futura de este sistema. Otro motivo más para el desánimo de mis compañeros y compañeras, sometidos y sometidas a la ansiedad de la entrega, sin tiempo para pensar en lo que se está entregando.

Para rematar la jugada, se nos quita los únicos momentos del año en los que podemos estudiar con tranquilidad: El solsticio de invierno (Navidad), por tener los exámenes en diciembre y no en febrero, y el verano, al no tener convocatoria de septiembre. Todo ello hace que estudiar deba ser una tortura, un trabajo a tiempo completo, lo que impide a la juventud trabajadora acceder a la Universidad por no tener literalmente tiempo para trabajar y pagar sus estudios. La segunda consecuencia de esto es que el grado carezca de nivel teórico suficiente, haciéndose imprescindibles para trabajar dos años más de Master, por supuesto, pagado.

En último lugar, tenemos que el desánimo anteriormente mencionado hace a mucho alumnado abandonar sus estudios, lo cual parece ser el objetivo último de este sistema para tener mano de obra barata y acabar con la educación pública superior. En total, con este sistema tenemos jóvenes desmoralizados, con la autoestima tocada y sin educación superior. Como diría el Sr. Burns….¡Excelente!

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