Miguel Varona
Extraviada el alma como un cuaderno desatendido con el paso de los siglos, olvidado en el resquicio más lejano que la vista alcanza a ver.
Un alma que navega en océanos de deslealtad, de apariencia, de máscaras y de bambalinas.
¿por qué debo de escribir lo que me pidan?¿ acaso tengo un deber?, ¿una obligación?, ¿una soga al cuello?
Somos seres ilusos , llenos de ilusiones, pero faltos de acción, de compromiso, de estrategia, de victorias.
Llenos de medallas de plástico, pero también con nuestros pies atrapados por un seco cemento , a un podio de cristal, que pese a su vulnerabilidad, no nos atrevemos a romper.
Basta ya se hazañas de humo, de himnos que llaman al rebaño a rebuznar, a seguir unas pautas y unos ideales ya prostituidos, como la justicia para V de Vendetta…
¿Atenderemos algún día a nuestro pecho atravesado? ¿a nuestra esperanza congelada?, ¿al reflejo de nuestras sonrisas en una fotografía que confunde la realidad, bajo una dictadura de felicidad hipotética, plenamente autoritaria…?
El reloj de arena volverá a girar, y tendremos la oportunidad de empezar a ser la flor que florece en el pantano gris, la estrella fugaz que planea en el cosmos infinito.