Versamos 2×07 José Hierro

¡Muy buenas personajillos! Continuamos la colaboración con el programa de UBU Radio VERSAMOS. A continuación encontraréis el guión con algunas de las poesías recitadas. No os olvidéis de escuchar el programa, donde tenéis las habituales secciones y una entrevista a Defreds.

Programa (enlace): Versamos 2×07 José Hierro

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En esta ocasión el poeta elegido es José Hierro:

Biografía:

Nació en Madrid en 1922, cuando aún era muy joven, su familia se trasladó a Santander y allí estudia la carrera de perito industrial, que tuvo que interrumpir en 1936. Su primer poema, Una bala le ha matado, aparece publicado en 1937. Sus versos de juventud aparecieron en diversos medios afines al frente republicano lo que conllevó, que al finalizar la Guerra Civil fuera detenido y procesado. Permaneció en la cárcel hasta 1944, estos años de cárcel marcaron su trayectoria vital y tuvieron fiel reflejo en su producción poética, allí empieza a interesarse de forma sistemática por la literatura, apareciendo ya en sus primeros escritos diversos hechos vividos durante la contienda.

Cuando sale de prisión se traslada a Valencia, donde se dedica a escribir de forma incansable, colabora en un diccionario mitológico y, junto a José Luis Hidalgo, participa en la fundación de la revista Corcel. Durante los años 40 vuelve a Santander y, además de trabajar en diferentes oficios, colabora en la revista de la Cámara de Comercio, donde escribe sobre economía y sobre los hombres ilustres de la industria cántabra. En 1942 forma parte del grupo fundador de la revista Proel y en 1947 publica sus dos primeros libros: Tierra sin nosotros y Alegría.

En 1950 escribe Con las piedras, con el viento y en 1953 aparece Antología poética, una amplia selección de su obra lírica. Durante esa época fija su residencia en Madrid, donde comienza a trabajar en Radio Nacional de España, además de realizar crítica de arte y colaborar en revistas y periódicos. En 1954 edita Estatuas yacentes. En estos años de dedicó a escribir composiciones de mayor calado social, si bien, a diferencia de sus coetáneos, nunca dejó de preocuparse por las cuestiones formales, como puede observarse, por ejemplo, en Cuanto sé de mí (1957). Sus inquietudes estéticas se manifestaron y culminaron en Libro de las alucinaciones (1964) que dió paso a un periodo de inactividad en cuanto a publicaciones.

Durante las décadas siguientes continúa creando poesía, participa en actividades literarias, realiza crítica de arte analizando la obra de artistas del campo de la pintura y de la escultura, y forma parte de numerosos jurados literarios. Pronuncia gran número de conferencias sobre poesía y arte en la mayoría de las capitales europeas y sus poemas figuran en las más destacadas antologías de poesía contemporánea. Y tras un dilatado silencio publicó Agenda (1991) y Cuaderno de Nueva York (1998), poemario de signo narrativo repleto de ternura y tensión lírica.

Obra y estilo:

En la forma, Hierro es un poeta que prefiere la expresión austera y simple, que no suele recurrir a metáforas ni utilizar un léxico complejo; en realidad, no cree tanto en la belleza de las palabras como en su «oportunidad», es decir, en su adecuación al entorno poético-social. Prefiere el uso de vocablos sencillos, incluso cotidianos, pero reforzados en su significado por el contexto poético. En lo que se refiere a la métrica, muestra una gran variedad en un abanico que se abre a diferentes modelos de estrofas, incluido el verso libre.

José Hierro se mueve entre dos extremos, el intimismo y la voluntad testimonial, su poesía desarrolla una tensión dramática que se manifiesta también en la relación entre tales extremos, además, muchas veces nos hace partícipes de esos sentimientos a través de su análisis de la realidad. Su profundización en la crítica social se mueve entre estos dos polos de su poesía, confundiéndonos en ella.

Para él la poesía debe constituirse en el instrumento clarificador del mundo. En este sentido José Hierro es uno de esos poetas que luchan con el tiempo, por un lado, la euforia y la dulzura del recuerdo permiten superar la frustración del presente, del tiempo que le ha tocado, y logra sentir pasión por la vida, en la que participan también la realidad inmediata y el análisis introspectivo.

Premios y reconocimientos:

Entre sus mayores galardones están el Premio Adonáis en 1947, el premio Nacional de Poesía en 1953 y en 1999, y el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1981.

Además, debido a su gran compromiso social, fue declarado Hijo Adoptivo de Cantabria en 1982, en 2002 el Ayuntamiento de Madrid le concedió la Medalla de Oro de la ciudad.

Se han colocado varios bustos en su honor, en el paseo marítimo de Santander, en San Sebastián de los Reyes (Madrid)  y en Cabezón de la Sal, donde también hay una calle con su nombre.

En San Sebastián de los Reyes también se ha fundado la Universidad Popular José Hierro que organiza el importante premio en el panorama nacional, el Premio Nacional de Poesía José Hierro.

VERSANDO (poemas del autor)

Las nubes (Fran)

Inútilmente interrogas.
Tus ojos miran al cielo.
Buscas, mirando a las nubes,
huellas que se llevó el viento.

Buscas las manos calientes,
los rostros de los que fueron,
el círculo donde yerran
tocando sus instrumentos.

Nubes que eran ritmo, canto
sin final y sin comienzo,
campanas de espumas pálidas
volteando su secreto,

palmas de mármol, criaturas
girando al compás del tiempo,
imitándole a la vida
su perpetuo movimiento.

Inútilmente interrogas
desde tus párpados ciegos.
¿Qué haces mirando a las nubes,
José Hierro?

Cuanto sé de mí, 1957-1959

Respuesta (Tega)

Quisiera que tú me entendieras a mí sin palabras.
Sin palabras hablarte, lo mismo que se habla mi gente.
Que tú me entendieras a mí sin palabras
como entiendo yo el mar o la brisa enredada en un álamo verde.
Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte.
Hace ya mucho tiempo aprendí hondas razones que tú no comprendes.
Revelarlas quisiera, poniendo en mis ojos el sol invisible,
la pasión con que dora la tierra sus frutos calientes.
Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte.
Siento arder una loca alegría en la luz que me envuelve.
Yo quisiera que tú la sintieras también inundándote el alma,
yo quisiera que a ti, en lo más hondo, también te quemase y te hiriese.
Criatura también de alegría quisiera que fueras,
criatura que llega por fin a vencer la tristeza y la muerte.
Si ahora yo te dijera que había que andar por ciudades perdidas
y llorar en sus calles oscuras sintiéndose débil,
y cantar bajo un árbol de estío tus sueños oscuros,
y sentirte hecho de aire y de nube y de hierba muy verde…
Si ahora yo te dijera
que es tu vida esa roca en que rompe la ola,
la flor misma que vibra y se llena de azul bajo el claro nordeste,
aquel hombre que va por el campo llevando una antorcha,
aquel niño que azota la mar con su mano inocente…
Si yo te dijera estas cosas, amigo,
¿qué fuego pondría en mi boca, qué hierro candente,
qué olores, colores, sabores, contactos, sonidos?
Y ¿cómo saber si me entiendes?
¿cómo entrar en tu alma rompiendo sus hielos?
¿cómo hacerte sentir para siempre vencida la muerte?
¿cómo ahondar en tu invierno, llevar a tu noche la luna,
poner en tu oscura tristeza la lumbre celeste?
Sin palabras, amigo; tenía que ser sin palabras como tú me entendieses.

Despedida del mar (Tega)

Por más que intente al despedirme
guardarte entero en mi recinto
de soledad, por más que quiera
beber tus ojos infinitos,
tus largas tardes plateadas,
tu vasto gesto, gris y frío,
sé que al volver a tus orillas
nos sentiremos muy distintos.
Nunca jamás volveré a verte
con estos ojos que hoy te miro.

Este perfume de manzanas,
¿de dónde viene? ¡Oh sueño mío,
mar mío! ¡Fúndeme, despójame
de mi carne, de mi vestido
mortal! ¡Olvídame en la arena,
y sea yo también un hijo
más, un caudal de agua serena
que vuelve a ti, a su salino
nacimiento, a vivir tu vida
como el más triste de los ríos!

Ramos frescos de espuma… Barcas
soñolientas y vagas… Niños
rebañando la miel poniente
del sol… ¡Qué nuevo y fresco y limpio
el mundo…! Nace cada día
del mar, recorre los caminos
que rodean mi alma, y corre
a esconderse bajo el sombrío,
lúgubre aceite de la noche;
vuelve a su origen y principio.

¡Y que ahora tenga que dejarte
para emprender otro camino!…

Por más que intente al despedirme
llevar tu imagen, mar, conmigo;
por más que quiera traspasarte,
fijarte, exacto, en mis sentidos;
por más que busque tus cadenas
para negarme a mi destino,
yo sé que pronto estará rota
tu malla gris de tenues hilos.
Nunca jamás volveré a verte
con estos ojos que hoy te miro.

De «Tierra sin nosotros» 1947

Luz de tarde (Mariola)

Me da pena pensar que algún día querré ver de nuevo este espacio,
tornar a este instante.
Me da pena soñarme rompiendo mis alas
contra muros que se alzan e impiden que pueda volver a encontrarme.
Estas ramas en flor que palpitan y rompen alegres
la apariencia tranquila del aire,
esas olas que mojan mis pies de crujiente hermosura,
el muchacho que guarda en su frente la luz de la tarde,
ese blanco pañuelo caído tal vez de unas manos,
cuando ya no esperaban que un beso de amor las rozase…
Me da pena mirar estas cosas, querer estas cosas, guardar estas cosas.
Me da pena soñarme volviendo a buscarlas, volviendo a buscarme,
poblando otra tarde como ésta de ramas que guarde en mi alma,
aprendiendo en mí mismo que un sueño no puede volver otra vez a soñarse.

De «Alegría» 1947

He ido desenterrando (Raquel)

He ido desenterrando
todos mis muertos: sombras
compañeras, latidos
sin música, corona
de manos y de lágrimas
lloviendo en la memoria.

He ido desenterrando
mis muertos y mis horas…
(y sus horas), mis muertos
y sus glorias… (mis glorias).
Dolían en lo hondo
de mi tierra: sus sombras
velaban a la vida
la cara luminosa.

Quedar sin ellos era
quedar sin mí. ¿No lloran
por mí? ¡Tanto he llorado
yo, por ellos, a solas!
¿Lloran por mí? ¿De su
paraíso me arrojan
con espada de fuego?
¿Qué serán ahora: rosas
pisoteadas, zumbido
de alas de llama, motas
de polvo gris, simiente
sobre la piedra? ¿Lloran
porque han visto la cera
en mis alas de alondra?

Dejé sus pobres huesos
a la luz de la aurora.
Me sentí libre y triste.
Miré la tierra, hermosa
como la primavera,
joven como una novia.

Tierra muda, dispuesta
a cavar mi fosa.

CAE EL SOL (Ana)

Perdóname. No volverá a ocurrir.
Ahora quisiera
meditar, recogerme, olvidar: ser
hoja de olvido y soledad.
Hubiera sido necesario el viento7
que esparce las escamas del otoño
con rumor y color.
Hubiera sido necesario el viento.
Hablo con la humildad,
con la desilusión, la gratitud
de quien vivió de la limosna de la vida.
Con la tristeza de quien busca
una pobre verdad en que apoyarse y descansar.
La limosna fue hermosa -seres, sueños, sucesos, amor-
don gratuito, porque nada merecí.

¡Y la verdad! ¡Y la verdad!
Buscada a golpes, en los seres,
hiriéndolos e hiriéndome;
hurgada en las palabras;
cavada en lo profundo de los hechos
-mínimos, gigantescos, qué más da:
después de todo, nadie sabe
qué es lo pequeño y qué lo enorme;
grande puede llamarse a una cereza
(‘hoy se caen solas las cerezas’,
me dijeron un día, y yo sé por qué fue),
pequeño puede ser un monte,
el universo y el amor.

Se me había olvidado algo
que había sucedido.
Algo de lo que yo me arrepentía
o, tal vez, me jactaba.
Algo que debió ser de otra manera.
Algo que era importante
porque pertenecía a mi vida: era mi vida.
(Perdóname si considero importante mi vida:
es todo lo que tengo, lo que tuve;
hace ya mucho tiempo, yo la habría vivido
a oscuras, sin lengua, sin oídos, sin manos,
colgado en el vacío,
sin esperanza.)

Pero se me ha borrado
la historia (la nostalgia)
y no tengo proyectos
para mañana, ni siquiera creo
que exista ese mañana (la esperanza).
Ando por el presente
y no vivo el presente
(la plenitud en el dolor y la alegría).
Parezco un desterrado
que ha olvidado hasta el nombre de su patria,
su situación precisa, los caminos,
que conducen a ella.
Perdóname que necesite
averiguar su sitio exacto.

Y cuando sepa dónde la perdí,
quiero ofrecerte mi destierro, lo que vale
tanto como la vida para mí, que es su sentido.
Y entonces, triste, pero firme,
perdóname, te ofreceré una vida
ya sin demonio ni alucinaciones.

ACTUALIDAD

Marwan estará el 7 de Mayo en Logroño en la Sala Sum
El 13 de Mayo en Vigo

7 de mayo salamanca
Luis Ramiro 13 de mayo en la rua  Burgos concierto y firma rojo chanel

Poema Tematico

Mi lucha (Ana)

Estoy cansada de ti
Quiero decir de mi en esta versión tan en blanco y negro
Tan pasada de moda como los vaqueros campana
Pero supongo que todo vuelve de una manera u otra
Solo existe un reflejo del ayer
Pero en todos los espejos lo veo impregnado en carboncillo y ahí es donde empieza
Mi lucha
Es la precisión de los ideales incrustados en el grafito de mis lápices
La complicidad de mis ideas con las teclas de un piano desafinado y triste
Es una carrera a contrarreloj que no tiene bandera a cuadros
Ni línea final
O puede que sí
Que lleve tanto tiempo obcecada en que esto que empezaste no tiene un punto y final
Que sea yo misma la que no deje de poner puntos suspensivos
La que no quiera cerrar el libro antes de irme a dormir
Y abrazar a la almohada recordando tu respiración entrecortada causada por el Winston
He librado mil batallas contra tus pestañas que aún seguían clavadas en mi pecho como espinas de rosas marchitas
He peleado hasta dejarme los nudillos con tu voz ronca, áspera pero tan jodidamente dulce que se pegaba en los dedos como el algodón de azúcar de una niña pequeña que no podía resistirse en relamer los restos.
Ya no
Me he dicho hasta aquí
He pintado los manteles de cuadros negros
He delimitado líneas en cada uno de mis vértices
He vestido a la sonrisa de acero y me he soltado el pelo que ya estoy harta de locos que se creen cuerda.
Mi lucha acaba aquí
La mía conmigo, quiero decir
A ti aún te faltan de leer varios capítulos.

ARTISTA (Por Mariola)

Tú, que te ves a oscuras
Y te reconoces sin tocarte.
Tú, que mueves los hilos de los títeres
que se esconden en tu azotea,
El que maneja la función que dan sus actos
O la historia de Calixto y Melibea…
Tú, el escritor de tu novela de género cambiante;
Comedia, drama, quizá una historia de un amante.
Tú, el pintor de cuadros abstractos,
Trazos perdidos, formas de miedos e ilusiones
Y tal vez sombras de pasados de decepciones.
Tú, el que se ahoga en oxígeno
Se tapa los ojos a sí mismo,
Y casi a diario se crea su propio abismo.
Tú, el de brumas y antifaces,
El de “soy yo, soy débil, no me ataques”.
Quién mejor que tú,
bueno, esta vez sin tutearte,
Quien mejor que yo para decirme que luche.
Yo, que muevo los hilos, creo las historias y pinto los cuadros,
Que tengo en mis manos el arte de matarme y olvidarme,
De quererme u odiarme,
De inventar un infierno en una tierra que quiere quemarme.
Mi cabeza comprime el mundo en cápsulas de aire,
ninguna explota si encuentro la llave que las abre.
Yo, que busco a solas,
Y puedo decirme que luche y que gane,
Que me pegue fuerte, que la única batalla que no puedo perder es esta, que tengo que ganarme.

Y la lucha curó (Raquel)

Y me pregunto, ¿por qué tardamos tanto
en librar nuestras batallas?
¿por que luchamos por autodestruirnos?
parecía sencillo luchar por herirnos
me hubiese rendido antes
de haber sabido
que aunque ganara la batalla
no querría continuar la guerra
cuando ganar la guerra lo es todo
el  luchar por herirnos
consistía en negarnos la victoria
no hay lugar a  ganador ni vencedor
si se trata de negar un corazón
solo quedan heridas
perdí una guerra, libre una batalla
pero no deje de luchar
ni corazones partidos ni delirios de grandeza
te dejaría otra nota te prepararía una emboscada
sabiendo que te recuperaria
no te abandonaría
por miedo a perder
me jugaría  la vida misma
me rendiría a la  altura de media noche
con la esquina de tu cama
me despertaría
habiendo ganado la guerra
sin más  motivos para herirme
me dejarías  sin palabras
me rendiría  y tardarías en anocher
me perdería en tus  maneras
Quedaríamos en tu herida  o en la mía
ya  no tendría miedo a ceder por ti

Empezaste por cerrar mis heridas
y terminaste cicatrizando mis días
me quedo una pequeña cicatriz
y lo bueno de una cicatriz es
que significa que se ha curado

El proximo autor elegido será Miguel Hernandez:

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Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.

Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.

Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.

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