Ella…La amo

[dropcap][/dropcap]Ella lo es todo, sin ella no soy nada. La busco en mis sueños, y se marcha en mis pesadillas. Es alegría en mis días tristes, fuego en las noches de pasión y tan hermosa que no tiene igual. Busco su mirada entre la gente, guardo la imagen de su sonrisa como un tesoro que me recuerda que la vida es hermosa y vale la pena luchar por ella. Sutil y certera, astuta y sagaz, más lista que yo sin duda, y lo sabe. Siempre creí que la conquiste, pero estuve a su merced desde el principio, no fui capaz de resistirme a su ser, obviar su existencia era negar mis deseos de tenerla. Me enamoró, me mató con una palabra, con un guiño, siendo ella. Implacable, porque la vida la hizo así, dura, déspota, tan excitante.

Mi corazón se acelera, mi temperatura aumenta, eso solo con su presencia. Adicto a ella, adicto a ella…Suena tan desconcertante. Su personalidad me atrapa, no me deja respirar, no puedo huir, todo mi mundo se desmorona bajo mis pies. Todos esos consejos a amigos, sobre la facilidad de ir de flor en flor, las batallitas de farras nocturnas, me veo abocado a un abismo de dolor, placer y amor. Qué cóctel tan peligroso, una mujer que obtiene todo lo que quiere, y un pobre infeliz que lucha por no convertirse en aquello que le causaba gracia tiempo atrás, tiempo que ya ni recuerdo.

Lo imperdonable de esto es que no hay arrepentimiento, ni penas, solo miedo, miedo a perderla. Es quién en segundos se convirtió en todo, y para un orgulloso eso es doloroso. Aun así no cambiaría nada, absolutamente nada, el miedo a perderla, la pasión por tenerla, me hace sentir vivo, y sé que a ella también. Lo noto en su rostro, pasado un tiempo, no busco su mirada, simplemente las encontramos. La cercanía entre nosotros es tal, que se podría decir que buscamos nuestros cuerpos, necesitamos nuestro calor. Sentimos como uno, pensamos como uno y al final fuimos uno.

El paso estaba dado, fuego, fuego y mucha pasión, aunque quisiéramos no podíamos escapar a ese círculo de placer que nos daba nuestra compañía. Vivir alejados llegó un momento que era impensable. Las mañanas eran cálidas por su presencia, su olor despierta los más profundos de mis instintos. Esos instintos salvajes que todo hombre tiene por su mujer,  su princesa. Esa que te hace ver que todo en la vida tiene sentido, la que con estrecharte en su pecho calma la ira, y te aleja de los malos pensamientos.

El amor de una mujer, de tu mujer, la que eliges, es el objetivo que todo hombre debe tener en la vida. Porque los mejores años de tu vida los pasarás a su lado.

Por ella soy un ladrón de besos, un payaso que vive de sus sonrisas y sin embargo, nunca tuve tanto éxito como ahora…

La vida no esta para dejarla pasar, por orgullo o vanidad…te la mereces…haz caso a otro gañan.

                                                                 Román Jorge Rodríguez Cáceres

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