[dropcap]E[/dropcap]n este mundo, dicen que las tres cosas más importantes de las que no se puede vivir son el amor, el dinero y la salud. Pero, yo me pregunto, ¿es esto cierto? Si tenemos estas tres cosas ¿ya somos felices? Mmmm no estaría yo tan segura. Porque si tengo estas tres cosas, el mundo no está arreglado. Entre otras cosas, porque no depende solo de mí y de mi bienestar, de mi felicidad, si no del de todos. Entonces, si yo tengo estas tres cosas, pero el de al lado no, ¿debo yo ser feliz por tener lo mío o no debo serlo porque el otro no lo tiene? Por tanto o estas tres cosas son un dicho mal dicho o son un dicho, dicho entre otros dichos sin importancia. El problema aquí de la felicidad, no es el de la felicidad personal, si no el de la felicidad común. ¿Pero dónde está mi felicidad y dónde está la del de al lado? O mejor dicho, ¿Dónde empieza la mía y acaba la suya? Como bien dice el señor y gran amigo mío Immanuel Kant, de forma muy resumida, nuestra felicidad acaba donde empieza la del ser más próximo.
Un abismo de dudas sobre este tema provoca entre nosotros innumerables debates y rencillas. Entonces, veamos; si lo pienso y me doy cuenta de que mi felicidad depende de la suya y la suya de la mía, ¿debemos pensar de forma conjunta? ¿Pensar lo mismo? ¿Vivir juntos para poder controlar cada uno la felicidad del otro y así poder ser ambos felices? Ahhh, ahí está el “quid” de la cuestión. El control. Algunos piensan que para ser felices tienen que controlar a los demás. Nos metemos en tema serio. Si yo intento controlar sus pensamientos y sus deseos, ¿seré más feliz? ¿O usted dejará de serlo? Supongo que si no se entera de mi manipulación… no será consciente de que le estoy limitando su felicidad.
Pero, a ver, ¿por qué me meto en el tema de la felicidad? Porque es un tema importante, aunque no mucha gente lo reflexione. Y, ¿podría ser, querido lector, que los políticos intenten controlar los intereses y deseos de sus votantes para aumentar así su felicidad? Mmmm, podría ser. De esta manera, estaría explicando, que no defendiendo, sus actitudes y actuaciones en la política. Estaríamos hablando de algo que puede ser problemático, pero que a la vez es muy humano. Nosotros como personas tendemos, de manera incansable e inconsciente, a buscar la felicidad. La nuestra, siempre la nuestra, la de cada cual, inevitablemente. Por mucho que alguien lo intente, siempre intentará encontrar primero su felicidad antes que la del vecino o la del de más allá. Sí, el ser humano es egoísta. Todos somos egoístas. Gran afirmación, de la cual muchos no quieren ni saber, no quieren darse cuenta de la realidad. Dicen: “Qué va. Yo soy muy generoso y siempre pienso en los demás, antes que en mí”. Qué bonito es decirlo, pero, aunque solo sea una vez, en algún momento, siempre va a pensar primero en sí mismo, antes que en el prójimo.
Mmmm, quizá mi reflexión sea equivocada o poco concisa. Hay muchos temas relacionados de los que no he hablado y quizá en otro momento estaría bien explicar. Espero que, a partir de este pequeño texto, alguno que otro reflexione acerca de la felicidad y, no solo eso, si no… de estos políticos que tan ocupados nos van a tener este año de elecciones en elecciones. ¿De verdad están buscando su felicidad a través de tanta campaña publicitaria y tanto discurso o, como ellos dicen, buscan la felicidad de sus votantes?
Neila Rodríguez Martínez