Con la creciente caída del cristianismo como religión estándar y de los valores judeocristianos en Occidente, promovida por la alabanza al avance científico-tecnológico (y los focos que destapan escándalos sacros, sean fondos usurpados o niños maltratados), cada vez más gente acude a la ‘espiritualidad de la nueva era’ en busca de respuestas. Esta espiritualidad ‘New Age’ viene dotada de temáticas Orientales variadas, un popurrí de influencias mezcladas muchas veces sin forma ni coherencia, que predisponen a la creación de brechas en la psicología, a problemas mentales y, finalmente, a la infelicidad que uno tanto buscaba enterrar.
Astrología y los Horóscopos
La astrología surge en la antigua Babilonia, hace unos 4000 años. Comienza, en su origen, como un sistema de cálculo calendárico. Cabe entender que para las antiguas civilizaciones el paso de las estaciones era vital para la supervivencia. La astrología fue interpretada, por tanto, como una forma de comunicación divina entre los Dioses y la humanidad. Hasta el siglo XVII, la observación de los cuerpos celestiales tuvo su papel académico, más tarde reemplazada por la astronomía – la cual desprende el misticismo de la ciencia, muy similarmente a la alquimia que fue precursora de la medicina y la química.
Los horóscopos se definen como las formas de adivinación derivadas de la posición relativa de los planetas del sistema solar y de los signos del zodíaco en el momento de su nacimiento. Cuando uno nace la posición de los planetas le sitúa en uno de los doce signos disponibles. Es similar a los videojuegos, pero uno no tiene opción de elegir. Asimismo, al igual que los videojuegos, todos los signos son diferentes; unos son alegres, otros tercos, los terceros leales y los cuartos unos amantes exquisitos. Así hasta doce. Estos signos están condicionados, a su vez, por sus planetas (‘astros’, según la jerga astrológica), sus elementos, la luna y el Sol (‘luminarias’ según esa misma jerga), entre otros factores.
Todos esos detalles son, en verdad, irrelevantes, pues el horóscopo que nosotros conocemos es aquel que se hizo popular en la prensa. ¿Quién no recuerda consultar a ‘los astros’ y ver que le depara el día/semana/mes/año o si somos compatibles con otro signo? Mi signo es Acuario, y según el horóscopo del periódico ABC de hoy 31 de Mayo, “en este día mezclarás trabajo y distracción y lo pasarás bastante bien” y “habrá novedades”. Pues bien, mediante la apofenia, descrita como “la experiencia consistente en ver patrones, conexiones o ambos en sucesos aleatorios o datos sin sentido” y el uso de predicciones vagas, pero de alta probabilidad de acierto se consigue aumentar la venta de periódicos desde la década de los 1930. Por eso me siento identificado. Casualmente, fue alrededor de esas fechas en las que introdujeron los crucigramas en la prensa.
Aunque el horóscopo se suele colocar junto a crucigramas y viñetas, su atractivo es más peligroso. ¿Quién le da la espalda a su futuro? Con una creciente tasa de problemas mentales[1][2] no es tan fácil ignorar a respuestas de alguien que sabe más – de algo más grande que nosotros como son los astros (y no el anticuado Dios que se blande en las Iglesias). Así como la adicción se aprovecha de nuestro dolor, el horóscopo se aprovecha de nuestra duda existencial.
Tarot y sus Mezclas
El tarot, como cartas, surge en el siglo XV en Italia, y nada tenían que ver con lo oculto o con la lectura de las fortunas. Esto último se incorpora en Francia casi 400 años más tarde, y, parecido a la lectura del horóscopo, depende de muchos factores como la posición de las cartas en el despliegue, si están bocarriba o bocabajo, y el significado de las cartas contiguas. Si uno cree o no cree en la adivinación o la lectura de su fortuna es asunto suyo. Entiendo si uno acude a una vidente y le hace una consulta y decide si creer o no creer. Lo que no entiendo son los timos tan exagerados como las ‘curas milagrosas’ en forma de cristales, minerales o el típico ‘aceite de serpiente’ del viejo oeste.
La ultima moda consiste en la lectura del tarot de cada signo del zodiaco. Como una enfermedad venérea, cientos de canales de YouTube y perfiles de Instagram crean exitosos negocios vendiendo predicciones y consejos de vida (basados en la posición de los astros) en cómodos videos con miles de visitas. No es una lectura personal, sino algo masivo; así pues, la fortuna de uno equivale a la de todos aquellos del mismo signo. Algunos se centran en el timo a mujeres, usando palabras clave como ‘femineidad’ o ‘energía divina’ o ‘espiritualidad avanzada’. Otros canales se enfocan en un punto de vista mas andrógeno, pues el público masculino también es fuente de capital y también cae presa. Y todo esto se vende, de veras, pues estas cuentas y canales son negocios y no simple entretenimiento. Dudo mucho que alguien pague estas estafas por seguir la broma, y me compadezco de pensar qué clase de vida lleva alguien que depende de astros y cartas para vivir su vida.
La madriguera del conejo
La religión y la espiritualidad que la precede siempre da lugar a variedad en creencias. Los cristianos, por ejemplo, se dividen en varias ramas que, aunque centran la adoración de Jesús en su núcleo, poco se parecen las unas de otras. Católicos, protestantes, evangélicos, testigos de Jehová… Un breve paseo por Burgos aporta decenas de congregaciones diferentes, ninguna de ellas en una Iglesia romana como se ha de esperar. Lo importante es lo siguiente; todas estas congregaciones tienen la Biblia como base, un documento escrito y que, aunque con capacidad de interpretarse, siempre permanece igual.
Lo peligroso de la espiritualidad ‘New Age’ es el carácter interpretativo que parece núcleo de su naturaleza. Así pues, los astros, al rotar y desplazarse por el Sistema Solar, varían su mensaje. Esta variación unida a la interpretación de los astrólogos supone una base religiosa tan estable como los semáforos rojos en Calle Vitoria. Las distorsiones, entonces, se dividen, se multiplican y se corrompen y dos astrólogos pueden creer cosas totalmente diferentes partiendo de la misma base.
Conclusión
El humano moderno, harto de su angustia existencial, busca respuestas, sea en los cristales, los minerales, los astros, el incienso, las cartas, o en el zodiaco. Malinterpretamos y nos vendemos a ideas falsamente Orientales. Nada tiene que ver todo este embrollo con el taoísmo, el budismo, o el hinduismo, victimas también de esta desesperación postmodernista occidental, aunque tomamos prestados sus conceptos y símbolos.
Nos reímos de los que creen en una tierra plana, de los ‘curanderos divinos’ que tan de moda estuvieron, o de las personas que creen que un mineral puede curar un cáncer, pero caemos como moscas en la telaraña de nuestros destinos. Nos categorizan (no tenemos ni elección) como uno u otro arquetipo donde el único control que tenemos es la lectura del horóscopo como pista sobre nuestro destino.
Por último, me gustaría mencionar que mucha gente se toma el horóscopo a broma. Personalmente yo también, pues ni soy Acuario, ni el extracto de horóscopo de arriba es de acuario, ni nada de nada. Para aquellos que si crean y se vean dependientes, desde El Universitario de Burgos os ofrecemos la posibilidad de un horóscopo semanal si así lo deseáis – un horóscopo escrito que nada tiene que ver con los astros pero que busca vuestro mejor interés.
¿Creéis en el horóscopo?