Herencia obligada.

Uno de los asuntos más espinosos del Derecho se da con el reparto de herencias y el que parte de los bienes hayan de dejarse por obligación a los herederos legales.

El amor de las personas hace que las relaciones humanas se entiendan más allá de los vínculos jurídicos que el Derecho establece. Palabras como padre, madre, mis padres, mis hijos, todos sabemos lo que quieren decir pero jurídicamente la concepción es mucho más limitada.

Desde siempre ha habido personas que han ejercido el rol de padre o de madre respecto de otras sin que hubiese ningún tipo de obligación. Un fallecimiento, un abandono del hogar siendo los hijos de esa relación pequeños hace que cuando la nueva pareja pasa a convivir con su progenitor, la nueva pareja hace las veces de madre o padre.

El amor que puede existir, sin embargo, es algo que el Derecho no toma en consideración a la hora de permitir disponer libremente de los bienes por testamento. Así como antes, socialmente, se trataba de casos atípicos, en la actualidad los usos sociales determinan una sucesión de matrimonios y relaciones de pareja que incrementan en gran medida esta problemática. Es algo usual, especialmente en los países de influencia anglosajona.

Parece ser que los ingleses tienen las cosas más claras que nosotros y el problema de los herederos forzosos ni se plantea, pues tienen libertad para disponer de sus bienes por testamento. Existen hasta previsiones legales que toman en cuenta determinadas situaciones de hecho a favor de personas que dependían del fallecido, las cuales son aplicables tanto al caso de que se haya hecho testamento como a aquél en el que se haya fallecido sin él.

En otras ocasiones, pese a que el que ejerce como padre o madre acude a hacer testamento, el sistema legal no siempre deja el margen adecuado, pues existen unos límites a la libertad del testador, lo que sucede en la práctica totalidad de España.

Es lo que los juristas llamamos «legítimas», lo que impide que una persona disponga libremente de sus bienes en testamento. Y aunque puedan entenderse, es necesario replantear el sistema, bien concediendo más margen a la libertad del testador, o bien estableciendo excepciones que eviten que se produzcan situaciones injustas. Y es que, los ciudadanos, tenemos derecho a que se legisle bien, cosa que, por desgracia, no se hace.pluma

Miguel Mallén San Miguel

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