Naificida

Cristina Ballesteros

“Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé!”

Rayuela, Julio Cortázar.

No sé si esto es más un ejercicio de escritura creativa o una prueba de lectura solo apta para valientes. O locos. Sólo sé que me divierte hacer esto.

Y que entiendo,
exactamente,
lo mismo que tú.

« Aquel estratomórfico me desesquibrajó el metaviernésico. Se triplifincó cada tabernejáculo y las complementificaciones se hicieron eternísimamente fugacicósmicas. Nadie supo quién había archiconspiruficado contra los edificielos ni cómo habían explomasificado las avdenidencias de la metrocapicidulaz, pero aquel día la luciérnagula aprenseñó sobre todas la oscuriluminacinaciones, sobre todo aquello que casinunca pudo ser queriolvidado.

El preavión me prehizo llegar conseguajácelos de la latedóvela del inviernecio, de la más naificida de todas las armonicrudencias de la gastrologudencia. Los manisirralos también se unieron al festiror de los ojoyasos cuando vieron la aflujuciencia y se hambrecieron los saviolibros.

Nos reucontramos entonces en el epicentrismo del blancusanza, nos otesperamos en todas las esquinidesis, nos regalinficaron los litobranuelos si salía el exosol, si asollamaba por la finiestrésica de mi pseudochezúsica. Y eso se trerrepetía cada amaneciérjulo. Nos berrosamos en cantidades inconmenesfúsicamente cataloviegáspelas, nadie supo de nuevo de qué plazatalla salían tantas iluminoscurencias. Hubo un momento en el que la nocharquía se hizo con el poder, se tragongulló cada uno de sus principios nerviosistémilos, cada postnimidencia, cada mitifitura y cada nolonedosis. Se hizo con la dictañana a pesar de la llegada de cinicruel asilún.

Aquel finisdesértico se rehidratiló y los mitimistéricos supieron reenterarse de qué iba la tinoviédula. Y el ameneciérjulo entonces se volvío nutrilomejáspelo.

Y yo empecé a entender.»

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