Texto de Ana Cuesta. Fotografías de Cristina Ballesteros.
Llevo desde el viernes por la mañana intentando escribir esta crónica y no sé qué palabras utilizar para describir lo que se vivió el 8 de marzo en una ciudad como Burgos. Desde las 11 en la Plaza España se concentraron mujeres para luchar por la igualdad. A las 12 estábamos en el Cid, esperando a unirnos a más compañeras. Recorrimos calles, entramos en establecimientos y gritamos… Vaya si gritamos. Las estudiantes nos reunimos con las trabajadoras que habían hecho huelga y continuamos con el programa establecido. Lo que me cuesta contar es lo que sucedió después…
Tras esta unión, continuamos con los piquetes informativos y nos colocamos en las puertas del centro comercial Alcampo. Éramos mujeres, con pancartas, silbatos y mucho que decir y parece ser que eso no es lo que vieron las fuerzas del orden. Unas compañeras consiguieron entrar y, tras varios minutos de gran tensión, algunos policías salieron con ellas de los brazos, dando porrazos, poniéndolas contra la pared, ellas, que solo llevaban pelucas y delantales como armas. Me acuerdo de que una chica menor diciéndome: “A mí me han tirado al suelo, pero me han dicho que no puedo tocar a ningún policía, así que he tenido que quedarme quieta”. Los agentes metieron a dos de nuestras compañeras en un coche y se las llevaron a la comisaría. No nos quedamos paradas, no nos quedamos calladas, fuimos a la comisaría, corriendo y cazuela en mano.
Los momentos que vivimos en frente de la comisaría fueron, para mi parecer, las peores de todo el día, todas sentíamos que ahí dentro estaban nuestras hermanas, nuestras madres, nuestras abuelas… Tras tres horas, largas, muy largas nuestras compañeras salieron y nos fundimos con ellas en un amplio abrazo al son de “SI TOCAN A UNA, NOS TOCAN A TODAS”. Creo que nunca he sentido tanta fuerza y tanto alivio y eso que yo personalmente no las conocía, pero daba igual, eran chicas como yo, chicas que como yo piensan en el futuro, en un futuro brillante e igualitario.
Después continuamos con los piquetes informativos porque a las 20:00 horas salía de la Plaza del Cid la mayor manifestación jamás vista en Burgos. Mujeres, niñas, padres, abuelas… Todos unidos, todos inundando las calles clamando derechos que no tenemos, pidiendo la igualdad.
El día terminó en la Plaza Mayor leyendo el Manifiesto. Mujeres de todas las edades, etnias, clase social o ideología diciendo verdades como puños mientras una profesional de la Asociación para la Reeducación Auditiva de Niños Sordos de Burgos, ARANSBUR, interpretaba los discursos en lengua de signos. Todo fueron tambores, pancartas al aire, silbatos, gritos de alegría y mucho, mucho ruido porque calladas no estamos más guapas.
Me siento orgullosa de ser mujer y de la manera en la que paramos el mundo el 8 de marzo de 2018.
La lucha sigue.